No se habla mucho de él pero es de gran importancia. El timo
crece cuando experimentamos alegría y se hace chiquito cuando experimentamos
estrés. En estudios se ha rebelado que va disminuyendo su tamaño pasada la
niñez (por qué será) pero se ha demostrado que sigue estando activo y no es
“anormal” que se vea grande en la edad adulta.
El timo es uno de los pilares de nuestro sistema
inmunológico, junto con las glándulas suprarrenales, mismas que colaboran con le hipotálamo y la glándula pituitaria para liberar hormonas básicas para la regulación de nuestro metabolismo y la espina dorsal Está también directamente conectado a los sentidos, la consciencia y el lenguaje.; hace
conexiones hacia afuera y hacia dentro.
"Si somos invadidos por microbios o toxinas, reacciona
inmediatamente produciendo células de defensa. Pero también es muy sensible a
imágenes, colores, luces, olores, sabores, gestos, toques, sonidos, palabras y
pensamientos."
Así pues el timo trabaja directamente con nuestras emociones,
amenazas, regula y ajusta su tamaño en función a qué pasa con nosotr@s, ante la
manera en que experimentamos la vida.
Estamos transitando por una situación que nos ha hecho tocar
las polaridades, el dolor, la incertidumbre; quizá hemos tenido pérdidas en muchos
sentidos y tal vez hemos tocado fondo. Hemos danzado entre el miedo y la
esperanza, entre el enojo y la ilusión, y nos hemos sentido perdid@s, así
que creo muy importante trabajar con nuestro timo. Hay cosas que no vamos a
poder cambiar, pero sí podemos darle a esa pequeña glándula (que es tan grande
en sus funciones) palabras, colores, notas, todas esas cosas que nos sacan la
alegría y que nos ayudan a anclarnos al aquí y ahora desde un lugar donde lo
que predomine sea el amor.
María Eugenia Márquez León
Terapeuta Humanista y Transpersonal
Fecilitadora en Desarrollo Humano
y Organizacional
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